Cuando ya no quede nada,
ni un soplo de aire por el que luchar
entonces sabré que ha llegado
el momento de marchar.
Me iré silencioso e igual que vine
volveré a marchar y todo habrá
sido un sueño del que pronto
ni rastro quedará.
De puntillas andaré para
que mis pasos no puedan molestar
y en mis pulmones aire retendré
evitando enturbiar ambiente
donde se deba respirar.
Marcharé sereno de que mi
rastro jamás se pueda seguir
y tragaré el polvo
de mis pasos al caminar.
Buscaré destino donde
volver a empezar y tiraré
sentimientos de culpa y
ansiedad.
Romperé el pasado y la
cuerda que los pueda ligar.
Será otro sueño, otra vida,
otro lugar.
Será otro tiempo, otra deseo,
diferente felicidad.