ETA va a suspender el proceso en diez o quince días

 

  

Parece que poco más va a durar el alto al fuego permanente.  «ETA va a suspender el proceso en diez o quince días«.

Sus palabras son claras y contundentes: «En 10 ó 15 días tendremos una declaración por parte de ETA en el sentido de suspender el alto el fuego indefinido«. Las palabras de Txema Montero, histórico abogado de Batasuna, coinciden con el ultimatum dado por la banda: el 21 de diciembre. ¿El «proceso» toca a su fin?

A nadie se le escapa que el proceso de diálogo emprendido por el Gobierno con ETA no pasa por un buen momento. Lo dijo Otegui, lo confirmó Rubalcaba y ahora lo apostilla Txema Montero, histórico dirigente de Batasuna. Lo hace durante una entrevista concedida a a Alberto Surio, en Diario Vasco. Os dejo con ella:

 Sin ocultar su pesimismo, el abogado y ex dirigente de Batasuna Txema Montero cree que «el proceso de paz ha descarrilado» y considera que la sociedad vasca debe interiorizar que un posible fracaso será exclusiva responsabilidad de ETA.

– ¿Cuál es su diagnóstico?

– Con precaución diría que el proceso está estancado, pero yo creo que está más que estancado. Creo que tal y como fue diseñado en el sentido de dos mesas -de normalización y pacificación- que avanzaban casi en paralelo y que no iban a tener una relación entre ambas, ha descarrilado. La negociación de doble vía ha fracasado. Ahora toca hacer lo imposible para que esto no se desbarate definitivamente.

– ¿En qué se basa?

– En que ETA se ha rearmado durante el proceso de paz, cosa que es una contradicción en sí misma; el Gobierno no ha sido capaz de ofrecer gestos de distensión ni siquiera de paralizar actuaciones judiciales, que han sido tomadas en cuenta por ETA y Batasuna como agresiones durante el proceso; y, por ser gráficos, el recreo que dio ETA a sus representantes políticos se acabó y vuelve a lo ya conocido. Les ha dado dos palmadas secas y contundentes, que fueron el acto de Aritxulegi y luego el robo de las pistolas. Quizás porque consideran que no se ganan por sí mismos las alubias políticas, quizás porque la dinámica que se estaba generando en la segunda mesa política de compromiso cada vez más próximo estaba llegando a un punto de difícil retorno para ETA. Ese compromiso, esa complicidad, ese dejarse pelos en la gatera, estaba llevando a ETA a una situación en la que lo siguiente ya no lo podían controlar. Para que un proceso de paz, es decir, de aceptación del principio democrático de las mayorías tenga base tiene que estar protegido por una distensión. Reprocho a Zapatero no haber dado pasos y no haber buscado la complicidad de la sociedad en momentos complicados.

– ¿La sensación de estar en una oportunidad histórica no es una garantía para evitar la ruptura?

– Es que todos devaluamos ya el término histórico. Tenemos que hacer un esfuerzo de lenguaje frente al exceso retórico. Recuerdo lo que decía El Quijote de los vizcaínos y, por extensión, de los vascos: «Cortos en palabras y largos en hechos». Ahora es casi al revés. Histórico no, pero una oportunidad como ninguna antes, sí.

– No ha habido asesinatos en tres años y medio…

– Es un hecho efímero porque al final pueden matar en tres semanas y volver a la situación anterior. La impresión generalizada que se envía a ETA es que su tiempo se ha acabado, que sólo les toca a ellos enterarse. El resto lo tenemos más que claro. Si volvemos a las andadas no digo que vaya a haber una guerra abierta, pero habrá una relación social gélida con toda esta gente que les va a suponer una sensación de rechazo muchísimo más grande que cualquier cascada de insultos que reciban.

– ¿Y ahora qué?

– Creo que en 10 ó 15 días tendremos una declaración por parte de ETA en el sentido de suspender el alto el fuego indefinido y una situación de esperar y observar durante la Navidad y las primeras dos o tres semanas de enero. Y a resultas de las decisiones que ellos tomen, que tendrán que ver también con las posiciones que tomemos los demás, reconsiderar su suspensión de paralizar el alto el fuego cautelarmente, o volverán directamente a la lucha armada. A finales de enero lo sabremos.

– ¿O sea que usted cree que esto se rompe?

– Me inclino a pensar que sí.

«Sociedad escéptica»

– ¿Falta de madurez? ¿No era esta situación más madura que en 1998?

– Por un lado cada situación siempre es más madura que la anterior. Los procesos de paz han tenido muchos inconvenientes, particularmente el más destacable es un creciente escepticismo en la sociedad. Yo lo concretaría en que es más fácil movilizar a la sociedad contra ETA que movilizarla a favor de un proceso de paz. Esto debería hacernos reflexionar. Tanto proceso de paz ha llegado a hacernos escépticos. En el momento en el que ETA declaró un alto el fuego la gente comenzó a vivir como si ya estuviésemos instalados en la paz, con lo cual cada nuevo retroceso genera más escepticismo que el anterior. Lo que al mismo tiempo es un aprendizaje. Y yo creo que de este proceso el aprendizaje ha sido para todos saber dónde están los límites de la realidad política. El Gobierno ha tenido que descubrir la existencia de jueces creativos, de medios de comunicación histéricos y de una oposición jugando al todo o nada. Y ETA ha aprendido que el diálogo tiene sus contradicciones y que un proceso de paz lleva aparejada la complejidad, sobre todo cuando se da un proceso de paz en el seno de una sociedad democrática, que es uno de los elementos diferenciadores al proceso de paz en Euskadi y en Irlanda de otros procesos. Al final, lo paradójico para ETA es percibir que el final de un proceso de paz es asumir por parte de ellos la democracia representativa, ni más ni menos, que nos puede llevar a los vascos a tener un estatus similar al que tienen los flamencos en Bélgica, ni más ni menos, o la minoría sueca en Finlandia, pero que no es una catarsis donde se va a crear una nueva planta de estado. Y digo ni más ni menos porque en nuestro caso es mucho. Tener un 15 ó 18% en un parlamento de siete fuerzas políticas y ser primera fuerza en uno de los territorios es un cúmulo de poder y de posibilidades políticas que no son capaces de percibir porque en el fondo quizás piensen: «No era esto lo que perseguíamos». Porque eso es el compromiso, el consenso. Ya no hay épica de resistencia. Es algo que hace muchos años tenían que haber hecho. Y ahí está la paradoja.También para ellos hay una sensación clara de estafa.

-¿Por qué?

-Es que yo también soy de alguna forma partícipe de esa sensación cuando he visto que en otros procesos en una sociedad democrática, y el único que se me ocurre es el del norte de Irlanda, junto a la situación de diálogo y alto el fuego ha habido una distensión de facto donde no existían ni redadas policiales ni intervenciones policiales. La lectura de ETA es que nunca han hecho un esfuerzo tan importante con una declaración de alto el fuego y nunca en una situación así han recibido tanta presión policial y judicial. Las dos líneas rojas de ETA siempre han sido: la primera, que no haya una escisión en su organización y la segunda, que su base social más próxima la apoye. Quizás porque no hubiese una escisión, las decisiones en el seno de ETA se toman con una exigua mayoría tanto para decidir el alto el fuego como para luego cesarlo. Y esa base social, no el gran espectro de votantes, les dice desde el mes de mayo: nosotros lo único que constatamos es que nos dan por todas las esquinas.

«No habrá escisión»

-¿Y una hipotética ruptura del alto el fuego, qué consecuencia tendría? ¿Quizá una nueva escisión?

-Una consecuencia primera iban a ser atentados con muertos. Ahí discrepo de quienes piensan que ETA volvería mediante una especie de terrorismo de fantasía poniendo bombas en lugares más o menos emblemáticos. Porque eso lo puede hacer el IRA, que está mucho más fuerte militarmente. Nada más elocuente e irreversible para todos que el asesinato. La reacción siguiente por parte del Estado va a ser meter en prisión a una cantidad de gente no sólo de ETA -de lo que se ocupará la Policía francesa con certeza escalofriante para ellos- sino que habrá detenciones de miembros de Batasuna como no hemos conocido hasta ahora, causas pendientes… ¿Escisión dentro de la izquierda abertzale? No, porque nunca la izquierda abertzale se ha escindido cuando ha sido sometida a una presión exterior muy fuerte, que reduce y concentra el núcleo de los creyentes. Lo que sí se produce es el mecanismo de voz y salida. Como el resto de personas que no están de acuerdo con las interpretaciones maximalistas, tipo Ekin y KAS, los que en las asambleas que ha habido en las últimas cuatro o cinco semanas no encuentran voz de expresión, salen, se desmovilizan y al final no votan. Es la inercia del pasado.

-¿Tanto pesa?

-Está pesando mucho. Ha faltado suficiente compromiso democrático de los dirigentes de Batasuna y suficiente pedagogía para explicarles claramente, para decirles que el concepto de proceso es dinámico, no equivale a la concesión de la alternativa KAS, que es un camino que empezamos a andar todos juntos y que quizá ni siquiera nos lleve a donde pretendemos. Y que es tan importante el camino como la posada. Hay que transmitir muy claramente a la sociedad que el único responsable de lo que suceda con el fracaso del proceso es ETA si vuelve a la violencia política. Y esto lo podemos hacer mucho más creíble si superamos esta situación de crisis o aceptamos el resultado de un fracaso con una estrategia común desde las fuerzas políticas de la democracia.

-¿Cómo cree que está actuando el PNV?

-Es probable que el PNV esté siendo víctima de sus propias suspicacias. Cuando se inició este proceso pensó que todo estaba mucho más atado y perfilado y pensó que un proceso de paz podía acabar con un desbancamiento del PNV en las instituciones de gobierno. La ventaja es que hay un eje de cierta estabilidad desde las instituciones democráticas. Hubiera sido pavoroso que el Gobierno del Estado hubiese estado en este asunto, con un PP montaraz y el PNV tocando el arpa en el monte Gorbea. Como observador creo que en algunos casos le ha faltado al PNV dar toques de atención serios al Gobierno central y al PSOE.

-¿Cómo resolver la legalización de la izquierda abertzale?

-Ése debería ser el punto de compromiso que esperamos muchos, que aceptase la legalización conforme a la Ley de Partidos. Debería asumirla. A mí no me gusta, la discutí públicamente en conferencias, me parece una pésima ley que está siendo rigurosamente aplicada, pero la asunción de ese principio de legalidad de esa mala ley con un compromiso por parte de Batasuna nos puede insuflar a todos los demás el suficiente oxígeno.

«La paz en Euskadi va a ser diferente a otras»

-El seminario de la Fundación Sabino Arana concluyó que el proceso no es irreversible…

-Ningún proceso es irreversible. Todos debemos aprender con los procesos de paz. Y aprender a comparar lo comparable. Negociar con alguien en África que está declarado enemigo de la humanidad porque ha cometido genocidio no es comparable a lo nuestro. Me quedé con una interpretación que me parece más interesante de una máxima de Confucio que dice: La naturaleza de la guerra determina la naturaleza de la paz y si la guerra, como denomina ETA su enfrentamiento con el Estado, ha sido como la nuestra, en la que es necesaria la reconciliación, pero no la reconstrucción porque nada se ha roto físicamente, porque estamos en términos económicos mejor que cuando empezamos, pero hay un gran daño moral, la paz va ser diferente a otras paces. Va a ser el ensanchamiento de una democracia representativa, pero nada más. ¿Esto es suficiente para unas personas que han vivido todo esto como si fuera una guerra? A veces me pongo pesimista y pienso que no.

-¿Por qué?

-Para algunos de ellos, que tienen mucho que ganar -su libertad personal, porque están en la cárcel y esperan medidas de gracia- y para sus familiares, la paz sí es algo tangible. Pero otros, que no han tenido más compromiso que la adhesión, que han vivido perfectamente durante estos años, y son parte de los que están en contra del proceso, pueden preguntarse ¿y todo eso ha sido para esto?, ¿y a mí qué más me da si yo voy a seguir viviendo igual? Al alzar el velo después de la violencia, nos encontramos con que tendrán que aprender a negociar con otras fuerzas políticas porque no tienen base suficiente para poder transformar las cosas.

Alberto Surio entrevistando a Txema Montero. Extraido integramente de diariovasco.

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